Amargas lágrimas en la tarde del Lunes Santo

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Un año más la lluvia ha dado al traste con la salida procesional de la Hermandad de la Humildad y Paciencia.


Con cielos nubosos y amenazadores, la Hermandad de la Humildad y Paciencia tomaba la valiente decisión de hacerse a la calle. A las seis en punto plantaba su Cruz de Guía en la puerta lateral de la Parroquia de la Santísima Trinidad y comenzaba el lento pero constante discurrir de los distintos tramos de nazarenos.


Los ciriales enfilaban la puerta y en el interior del templo comenzaban a sonar los sones de la marcha El Salvador como antesala de la Marcha Real. Chicotá tras chicotá y pendientes del cielo el paso de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia alcanzó la Carrera Oficial, pudimos entonces disfrutar del buen hacer de la cuadrilla de costaleros que desparramó arte por los dos costeros del paso de Cristo.

El paso de palio de Nuestra Señora de las Lágrimas y Esperanza tomó el testigo del paso del Señor y comenzó a discurrir por la calle de la Plaza hasta quedar frente a la puerta principal de la iglesia de San Telmo. Fue entonces cuando de manera súbita, el cielo descargó un fortísimo aguacero que dejó ambos paso empapados. El paso de palio se apresuró a introducirse en su sede canónica, mientras que el paso del Señor de la Humildad y Paciencia regresaba apresuradamente desde la calle Álamo, punto del recorrido donde sufrió este fuerte chaparrón.

Con el corazón sobrecogido y una gran tristeza en el alma, los hermanos de la Humildad y Paciencia se refugiaron en su templo, donde se vivieron momentos de gran pesar para éstos. Los pasos quedaron expuestos al culto para todo aquel que quiso acercarse a lanzar una plegaria a las dos imágenes titulares y la Hermandad decidió hacer Estación de Penitencia, ya sin los pasos, aproximadamente a las diez de la noche.

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