Con la luna menguando tras su primera plenitud de primavera. Con el rechinar de las ruedas de los coches manchadas de cera doblando esquinas en las que hace apenas una semana reviraban pasos al son de marchas procesionales. Con el vapor de agua formando una nube, que casi parece de incienso, tras haber chocado con el duro suelo para arrancar la huella del paso de las cofradías. Con las imágenes en sus altares, las parihuelas en locales cubiertas con una lona, ávidas de costaleros que paseen sus maderas nuevamente por Chiclana. Con el calendario cofrade marcando más jornadas que días tiene un año. Con la melancolía del enamorado que se despide de su amor...
Así, casi sin despedirse, se fue una nueva Semana Santa. Una partida que deja al cofrade vacío durante un tiempo. Los pensamientos deambulan entre la cabeza y el corazón sin saber demasiado bien que pensar o que sentir. Se acabó el nerviosismo impuesto por Doña Cuaresma y que hacía que cada calle, cada comentario, cada vivencia nos sirviera para sacar el tema, nuestro tema.
Llega un tiempo extraño, un tiempo en el que el cofrade comienza a entrar en una especie de síndrome de abstinencia, deseoso de oler incienso en los comercios, de cruzar una esquina y toparse con un ensayo de costaleros, de entrar en un templo y ver un altar de cultos montado...
¿Cuántas veces habremos dicho esta Cuaresma aquello de "esto ya está aquí"? Pues aunque "esto" ya pasó, "aquello" está por venir. Y es que las Glorias 2016 ya están aquí. En unos días empezaremos a ver como se preparan los rocieros para realizar el camino y las primeras salidas procesionales de mayo, sin olvidarnos del Corpus y el Santo Patrón, que darán paso al mes de julio con el Carmen y la extraordinaria de nuestra patrona, la Virgen de los Remedios, que este año saldrá dos veces a la calle a bendecir a todos los chiclaneros.
Así que no es tiempo de tristeza ni melancolía. Es tiempo de Glorias.
EmoticonEmoticon