Amanecía Chiclana envuelta en unas tímidas nubes que fueron desapareciendo con el paso de las horas y a medida que el sol calentaba las aceras de nuestra ciudad. Las calles empezaban a llenarse de personadas ataviadas con sus mejores galas y de niños y niñas vestidos de comunión. Todos tenían un destino común, que no era otro, que la Iglesia Mayor. Todos tenían una cita con el Sacramento del Altar. No sin dificultades debido al elevado número de asistentes, la gran presencia de niños entre éstos y el trasiego del ir y venir de curiosos, la Eucaristía daba comienzo en torno a las nueve y media de la mañana.
Con algo de retraso, el cortejo procesional comenzaba a enfilar el dintel de la puerta de la Iglesia Mayor para salir a la Plaza Mayor y atravesar el Callejoncillo camino de las calles del centro de nuestra ciudad. Cortejo, que partía sin la presencia y presidencia de la Cruz Parroquial, la cual se incorporaría minutos más tarde. Y es que eran tantas las personas que abarrotaban el primer templo chiclanero que era complicado organizar de manera más o menos ordenada los distintos tramos del cortejo. Tras los niños y niñas de comunión, se colocaron como es habitual las representaciones de las distintas Hermandad. Cofradías, Agrupaciones Parroquiales y colectivos relacionados con la Iglesia Católica, bastante nutridas en su mayoría. Como dato curioso, debemos destacar la presencia de la Hermandad del Amor, última en incorporarse a la nómina de Hermandades y que sin embargo situaba su representación próxima al paso de la Custodia, haciendo gala de sus obligaciones como Hermandad Sacramental, siendo la única a la que se le permite portar cirios de color rojo dentro del cortejo eucarístico.
En torno a las once de la mañana, el paso de la Custodia iniciaba las maniobras para encarar la puerta principal de la Iglesia Mayor, presentado como principal novedad la sustitución del sistema de ruedas por la incorporación de dos trabajaderas forradas y colocadas de forma longitudinal a ambos lados del paso para ser portadas por costaleros. Unos costaleros que en escaso número, apenas superaban la docena, y bajo las ordenes de Manuel Soto, se afanaban por salvar los escalones de la entrada, dado que no se colocó la rampa que tradicionalmente se coloca.
Con todo el cortejo y el paso en la calle, era hora de visitar los distintos Altares efímeros instalados por todo el camino y en el que este año se han volcado las Hermandades y Agrupaciones Parroquiales, destacando la espectacularidad por el tamaño del colocado por la Hermandad de la Vera Cruz en la Alameda de Lora o el detalle y el buen gusto demostrado en el altar confeccionado conjuntamente por la Soledad y la Divina Pastora.
Y fue precisamente, instantes después de haber recibido el Santísimo los honores correspondientes frente al altar de Soledad y Divina Pastora, cuando el cortejo procesional fue sorprendido por un fortísimo aguacero que obligó a buscar refugio a muchas personas que lo conformaban y a acelerar en gran medida el paso de los costaleros que portaban la Custodia, decidiéndose incluso acortar camino por la calle Corredera. Hecho que supuso que el cortejo siguiera su discurrir por la calle Larga y que la Custodia llegara a la Iglesia Mayor precedida tan sólo por el Cuerpo de Acólitos y los Sacerdotes que preocupados, intentaban buscar soluciones sobre la marcha. Hay que destacar que un buen número de cofrades, abandonando sus obligaciones en las distintas representaciones, acudieron hasta las andas procesionales a ayudar en lo que fuera necesario a la cuadrilla de costaleros.
Además de todo esto, habría que añadir un incidente más a la desafortunada salida procesional y es que en la calle La Vega, a la altura de la Pastelería España, uno de los faroles del paso se desprendió de forma repentina, cayendo y golpeando en la cabeza a uno de los costaleros del paso, afortunadamente sin consecuencias graves. Quedando en un susto y en una anécdota más para un veterano costalero que ahora tendrá una nueva vivencia que contar.
Además de todo esto, habría que añadir un incidente más a la desafortunada salida procesional y es que en la calle La Vega, a la altura de la Pastelería España, uno de los faroles del paso se desprendió de forma repentina, cayendo y golpeando en la cabeza a uno de los costaleros del paso, afortunadamente sin consecuencias graves. Quedando en un susto y en una anécdota más para un veterano costalero que ahora tendrá una nueva vivencia que contar.
A paso acelerado y con el deslucimiento y el caos provocado por la lluvia, cortejo y Custodia entraron en la Iglesia Mayor, dándose por concluida una procesión que un año más tuvo un escaso público en las calles, pero el que tuvo fue respetuoso, arrodillándose al paso de la Custodia y dedicándole una oración al Santísimo Sacramento.
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