Con las hermandades aun trabajando en el proceso de desmontaje de sus pasos, con algunos cofrades recuperándose de las emociones vividas, con costaleros comentando esas chicotás de pellizco, con el cielo encapotado, dejando caer a ratos unas cuantas gotas de agua, y que ayudan a recogerse y reflexionar sobre lo acontecido, es hora de hacer una valoración de lo que ayer aconteció en las calles de Chiclana.
La jornada de ayer se presentaba fea, en lo que a condiciones meteorológicas se refiere. Y es que el fuerte viento de levante se erigía en protagonista y empañaba las distintas salidas procesionales, haciendo que durante todo el recorrido los pasos aparecieran con todas sus candelerías apagadas. Un viento que, sim embargo, no impidió la salida procesional de ninguna de nuestras hermandades, siendo la del Carmen de San Sebastián, la del Amor y la de la Soledad las que más apuros pasaron en su transitar por el Puente de Nuestra Señora de los Remedios, la Carretera de Fuenteamarga y la calle Vid, respectivamente.
Por otro lado, la falta de efectivos de la Policía Local provocó el retraso o adelanto en las salidas de algunas de las hermandades e incluso algún que otro cambio de itinerario. Un detalle que produjo el despiste de algunos visitantes que acudieron a las horas marcadas en los distintos itinerarios publicados y que vieron con sorpresa como las puertas de los templos permanecían cerradas o se encontraban con el paso en la calle. Un problema que debió ser subsanado con algunos días de antelación y no sobre la marcha. Ayer era una oportunidad para mostrar nuestro patrimonio cofrade, un escaparate de cara a esos visitantes que no conocían nuestras hermandades. Era un día para arrimar el hombro y remar todos en una misma dirección, no era el momento de ponernos palos en las ruedas.
En cuanto al trabajo de las priostías, se puede decir que la nota media estaría rozando el notable alto y esto fue así porque a lo sobresaliente de algunas debemos restarle el suspenso de algunas otras. Como esto es cuestión de gustos, cada uno podrá sacar sus conclusiones. Lo que es evidente es que algunas hermandades acertaron más que otras a la hora de elegir el tipo de flor, de vestimenta, de ajuar, de cera…. Así como, la forma y pericia a la hora de combinar todos estos elementos. Por mencionar alguna de las que más halagos se llevó, allí donde pude ver su discurrir, apuntaré el palio de Nuestra Señora del Mayor Dolor. Excelente elección con las “piñas” cónicas de rosas blancas y un gusto exquisito a la hora de ataviarla. Una imagen que esperemos haga replantearse a la hermandad la adquisición de un paso de palio para su Titular Mariana, en un futuro cercano.
Y ya que hablamos de una imagen que procesionó sobre un paso de palio cedido para la ocasión por otra hermandad, hay que destacar positivamente el apoyo recibido por parte del mundo cofrade de la provincia, volcándose con nuestras hermandades y que cedió una numerosa colección de enseres. Una de las que supo combinar con maestría los distintos enseres cedidos, fue la Hermandad del Amor. Los de Fuenteamarga supieron conjuntar de forma magistral, respiraderos, candelería, ánforas, varales, bambalinas y techo de palio, cuando todos estos elementos provenían de distintas hermandades y que casaron a la perfección para cobijar a la imagen del Dulce Nombre. Gran trabajo el de los hermanos del Amor.
Otro aspecto importantísimo de esta Magna Mariana ha sido el tema de los acompañamientos musicales. En general, las bandas de música que han intervenido han estado a un buen nivel, pero al igual que dije anteriormente con el tema de los exornos, unas gustaron más que otras. Para gustos, colores. Quizás se echó en falta alguna banda de las “famosas”, de las que le dan cartel y empaque a este tipo de actos. Pero con la crisis apretando todavía, las fechas estivales y el poco tiempo de preparación, habrá sido bastante difícil seducir a alguna de estas afamadas bandas.
Otro tema muy comentado ha sido el de la Carrera Oficial. He de decir que el altar donde se colocó a Nuestra Señora de los Remedios, así como el palco de autoridades, estaban a la altura del acto y que la presencia de la coral dotaba de emotividad y solemnidad al paso de las distintas hermandades por ese punto. En cuanto al resto, recurriré a la expresión “lleno hasta la bandera”. Y es que no cabía un alma en el recorrido oficial. Sillas repletas de público, esperando el paso de las hermandades, y un bullir de gente de aquí para allá. Una imagen inédita y que no debe olvidar el mundo cofrade chiclanero, puesto que ese debe ser el objetivo, llenar la carrera oficial en Semana Santa y borrar ese aspecto desolado de algunos días. Es hora de ponerse el mono de trabajo y buscar soluciones y planteamientos nuevos que nos lleven a repetir la imagen de ayer.
Para el final y no por ello menos importante, he querido dejar el tema de la costalería. Un tema manido y controvertido y que difícilmente consigue poner de acuerdo a todo el mundo. Las igualás y ensayos de las distintas cuadrillas hacían pensar, como así fue en la mayoría de los casos, que nuestras Imágenes se iban a llevar un “paseón”, ya que salvo alguna, todas plantaron en la calle dos cuadrillas completas.
Fue bonito ver y vivir el ambiente de los bares convertidos en “casas cuartel” de las distintas cuadrillas, muchas de ellas formadas por gente de diversos lugares. Y fue todo un placer, comprobar que cada vez son más las cuadrillas que tienen ese momento de convivencia, más allá del pensamiento de algunos que se empeñan en colocar a este colectivo la vitola de bebedores. Aunque este sería un tema para tratarlo en profundidad.
En cuanto al andar o la fuerza de una cuadrilla u otra, no entraré a valorar. Al final, cuando el paso se detiene y se arría en el interior del templo, se olvidan esas malas chicotás o esos malos momentos y sólo queda la sensación de haber hecho historia. No obstante, se vio lo que se vio. Como dije antes, cada uno que saque sus conclusiones.
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